Este artículo cubre el octavo episodio publicado por la revista Animal House bajo el término "Venganza". Puede que estés buscando el episodio 8 publicado en la Young Animal). |
La Venganza 8 "Ángeles guardianes del deseo (6)" (欲望の守護天使⑥ Yokubō no Shugo Tenshi (6)?, titulada "Ángel de la Guarda (6a parte)" en la traducción de Mangaline; "Guardianes de la Codicia (6)" en las traducciones de Daruma Serveis Lingüístics para las ediciones de España de Glénat, EDT y Panini; y "El Ángel Guardián del Deseo (6)" en la traducción de Panini México y Argentina) es la publicación 10 del manga Berserk y la octava publicada bajo el término "Venganza". Apareció en el número de mayo de 1991 de la revista Animal House y forma parte de la saga El Espadachín Negro.
Argumento[]
En un campo de batalla rodeado de cadáveres, un joven de cabello claro da la mano a un joven Guts (que aún tenía su brazo izquierdo y ojo derecho) tras mencionar que ha tenido suerte al sobrevivir. Guts se queda sentado en una roca junto a su espada mientras escucha a su compañero -quien se encuentra en la colina viendo el paisaje- lamentarse por los mártires de un despiadado dios y del poco valor que tiene la vida de los soldados comunes en el campo de batalla. Este menciona que en su mundo actual, la mayoría de las personas están sujetas a los caprichos de un puñado de nobles y reyes. Añade que, por otro lado, incluso un rey no puede vivir exactamente como desea, ya que todos están al merced de una gran marea, el "destino" o como lo quieran llamar. Guts escucha con atención cuando este dice que sus vidas pasan sin saber quiénes son. Este añade que en vida, fuera de la posición o clase social determinada por el hombre, hay personas que por naturaleza son las llaves que mueven al mundo, asegurando que ellos son la verdadera elite dictada por la regla dorada del universo. Este concluye afirmando preguntarse cuál es su lugar en el mundo, de qué es capaz y a qué está destinado. El joven sonríe, confesándole que es la primera persona a la que le habla de esa forma. Guts recuerda que en ese entonces, aquel hombre brilló como alguien bello, noble e inquebrantable, revelándose este joven como "Griffith", la persona que fue Femto antes de convertirse en miembro de la Mano de Dios.
Regresando al presente, Void urge al conde que ofrezca en sacrificio a su hija, preguntándole si lo hará o no, pero este último no responde ante la mirada expectante de los ángeles. Ante la duda de Puck por ver si ayuda a Theresia o a Guts, este último lo interpela apuntando que su preciada amiga será marcada, y si no quiere que eso pase, debe apresurarse y curarle el brazo. Guts mira a Femto preguntándose si su "insignificante existencia" no merece su atención. Los ángeles preguntan al conde por qué está dudando, recalcando que de seguir así, su vida acabará y, al ser uno de ellos, no debería pensar que descansará en paz en el más allá. Femto señala al conde que vea el escenario detrás suyo. Theresia voltea también y el Estigma del Sacrificio de Guts reacciona violentamente para el susto de Puck. Acto seguido, Puck se retuerce al sentir lo que describe como un enorme remolino de consciencia, como si todo el mal del mundo se aglomerara allí. Precisamente, un enorme vórtice de espíritus malignos ha aparecido en el lugar. El conde pregunta atemorizado si es lo que cree que es, lo que confirma Femto: el infierno, aunque aclara que sólo es una pequeña parte de él. Femto afirma al conde que las vibraciones de su alma están acercándolo al mal, por ende, cuando expire su cuerpo de carne, su alma será llevada por ondas magnéticas maléficas directo al infierno y vagará por la eternidad en ese siniestro remolino de almas. Además, en poco tiempo será incapaz de siquiera preservar residuos de su individualidad, apuntando que, como una gota de agua, simplemente se disolverá y pasará a ser otra ola más en el oscuro océano de almas. La ángel concluye que ese es el destino de quienes se involucran con el mal. Esto último resuena en un agitado Puck, quien se pregunta si eso significa que Guts...
Guts observa atemorizado el vórtice. Por otro lado, Femto declara al conde que sólo le quedan dos opciones: renacer y continuar su existencia demoníaca o dejar que otros seres demoníacos la absorban y volver a la nada. El ángel gordo recalca al conde que todo lo que debe decir es "ofrezco a mi hija como sacrificio". El diminuto añade que entonces ella será marcada y la mujer concluye que les pertenecerá a los seres demoníacos. Theresia intenta huir del ardiente estigma frente suyo, pero se percata que justo detrás suyo está el precipicio. Void urge al conde a decir esa única frase, pero este no responde. Agonizando, el conde expresa mentalmente que siente frío y que toda su sangre está fluyendo fuera de su cuerpo, peguntándose si es su fin, si morirá como un pedazo de carne miserable y asquerosa de monstruo sólo para ser arrastrado a ese vórtice por la eternidad. Llorando, el conde se rehúsa a morir, pero la mirada triste de su hija llamándole le recuerda aquel cuadro de su querida familia. El estigma frente a la niña desaparece, proclamando Void que el hilo de la causalidad ha sido cortado.
Por consiguiente, un tentáculo compuesto de una masa de espíritus emerge del vórtice, pegándose al cadáver del conde. Puck se pregunta si los muertos lo están arrastrando al infierno, percatándose él y Guts que Vargas se encuentra entre ellos. Los espíritus retiran el alma/ego del conde, viéndose con su aspecto humano original. Theresia intenta acercarse y el conde grita su nombre mientras es arrastrado al vórtice. Puck llama a la niña, pero rápidamente se percata que los espíritus tomaron las piernas de Guts, quienes claman por la "ofrenda" del "sacrificio". Mientras es llevado por los espíritus, Guts mira con desdén a Femto y carga el cañón de su brazo mecánico, disparando hacía él gritando su nombre original. Femto mira fijamente el disparo, haciéndolo explotar justo antes de que le impactase. Por otro lado, Guts se zafa de los espíritus y vuelve al terreno al salir impulsado por el disparo. Al instante que se retiran los ángeles, Guts grita y mira iracundo a Femto, quien le devuelve una mirada fría e intimidante.
Fuera, los habitantes del condado notan que el extraño tornado sobre el castillo se ha disipado. El beherit que pertenecía al conde y la espada de Guts aterrizan en el interior del castillo y los presentes en la cancelada ceremonia de la rendición demoníaca reaparecen en distintos puntos de los aposentos del conde. Puck divisa a Theresia frente a las destruidas escaleras que daban al trono de su padre, quien ahora yace despedazado con su figura humana original sobre los escombros. Puck intenta consolarla, pero esta lo aparta y le grita negando lo sucedido tratando de convencerse de que es una mentira. Theresia implora que la lleve de vuelta a su habitación, expresando que si tuviera que quedarse en esa sala, preferiría estar muerta. Un cuchillo aterriza detrás de la muchacha, percatándose que Guts se ha conseguido levantar (con ayuda de su espada) detrás suyo. Habiéndola escuchado, Guts le dice que entonces se mate. La niña queda impactada y Puck enfurece, dándole una bofetada (que cómicamente le deja la mano hinchada). Puck expresa a Guts que eso fue muy desalmado, recriminándole por no empatizar con la niña. Guts dice a la niña que está bien, preguntando por qué no se muere y se rinde si es que es tan malo. Guts le índica que es simple, que todo lo que debe hacer es cortarse la muñeca con esa cosa y entonces todo acabará y le pondrá fin a sus preocupaciones. Guts asegura que probablemente irá al cielo, aunque pregunta cínicamente si prefiere el infierno, ya que allí al menos podrá reencontrarse con sus padres. Guts concluye que es su vida y puede hacer con ella lo que le plazca. Puck se muestra disgustado por lo que dijo, pero Theresia decide tomar el cuchillo, apuntando con miedo a su muñeca izquierda. Puck se para frente a su muñeca exigiendo que se detenga y que se está precipitando. La niña llora frustrada, pero antes de poder decidir, el suelo se derrumba, temiendo contradictoriamente por su vida. Notando esto, Guts acomoda su espada para que ella pueda aferrarse a su filo, aunque esto hiere sus manos. Mientras Theresia llora y grita, Guts blande con fuerza y temor su espada para lanzar a la niña a un lugar seguro.
Puck se acerca a ella para verificar si está bien, mientras que Guts tiembla y su rostro se ve algo abatido. Theresia se levanta de rodillas ignorando la petición de Puck de dejarse curar. Este último se percata de las intensas emociones de la niña, quien afirma a Guts que todo es su culpa, razonando que si él nunca hubiera ido... Theresia, iracunda, voltea a verlo. Guts se muestra aparentemente indiferente, moviéndose y comentando que con esa mirada no parece que tenga ganas de morir pronto. Entonces, recupera su capa del cadáver de Dahl y toma el beherit. Mientras Guts se retira, Theresia le llama demonio y alzando su voz, jura que algún día lo matará. Puck se muestra abrumado por el actuar de la joven, mientras que Guts simplemente responde con su habitual tono socarrón que está de acuerdo y que lo haga cuando quiera. Puck se va detrás de él pidiéndole que espere, pero -para su sorpresa- se percata que Guts apenas puede contener sus lágrimas. Guts se las seca y Puck mira conmovido cómo se retira con esfuerzo del castillo.
Personajes[]
- Griffith (como recuerdo)
- Guts
- Femto
- Slan
- Ubik
- Void
- Conrad
- Theresia
- Conde
- Puck
- Esposa del conde (como recuerdo)
- Vargas (alma en pena)
- Plebeyos del condado
- Dahl (cadáver)
Curiosidades[]
- Los nombres del ángel diminuto (Ubik), el gordo (Conrad) y la mujer (Slan) no se revelan hasta el episodio 86 durante La Edad de Oro. De forma similar, el nombre de la espada de Guts (Matadragones) no se revela hasta el episodio 93 durante esa misma saga.
- El "infierno" (en japonés: 地獄, Jigoku) es llamado principalmente "el abismo" (en japonés: 深淵, Shin'en) en las posteriores sagas.
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